Pero ¿a qué me refiero con ir en retroceso?, denomino retroceso al hecho de que hemos tenido que empezar casi desde cero a educar a la población sobre cómo cuidar el medio ambiente, a hacerles entender que cada uno de nosotros somos parte de él y que es nuestra casa, nuestra entorno para vivir, el que nos provee de todo lo que necesitamos y que por querer tener avances, por ser ambiciosos lo destruimos cuando desde que existimos en este mundo deberíamos saber cuál es el significado de nuestro entorno, el cual necesitamos poner por delante de cualquier procedimiento o decisión que se quiera tomar con respecto éste. No es justo que llevemos millones de años en nuestro planeta, que hayamos construido y levantado sociedades pensantes, de grandes sabios y hoy nos reduzcamos a un comportamiento salvaje que lo que busca es autodestruirnos poco a poco, porque no nos deja conservar ni siquiera nuestros pensamientos, nuestra identidad.
Aprender a controlar nuestro hábitat es importante para nuestra supervivencia, pero antes de controlarlo por este motivo, creo aún más importante comprender la naturaleza de nuestra existencia para saber cuáles son los factores que debemos dominar para tener bienestar y calidad de vida.
Varias empresas han desarrollado distintas maneras de hacer ver que actúan respetando el entorno donde se desenvuelven, utilizando la psicología ambiental para manipular las acciones de los consumidores y quedar bien ante ellos y ante el resto del mundo, pero no se percatan que la psicología ambiental vela por el bienestar de la persona haciendo que su relación con el entorno sea satisfactoria y se encuentre en el nivel óptimo para generar bienestar y calidad de vida.
Por lo anterior, considero que el concepto de psicología ambiental, esta se ha desencaminado de sus principales tareas, y nos han hecho creer que por tener algún dibujo verde o considerar que pueden ser “amigables” con el medio ambienta ya son responsables y por tanto nosotros los debemos apoyar, pero esto no es así tan fácil, por tanto es vita crear conciencia a los consumidores y que cada uno sea capaz de controlar su forma de ver y de actuar, sin tener que decidir porque “le dijeron” porque “se ve más bonito” o porque “no saben de nada”.
No es cuestión de adornar las cosas, es cuestión de cada quien sepa dónde está y que es lo que quiere para que busque el comportamiento más adecuado y pueda tener su identidad y control sobre lo que lo rodea sin tener que depender de lo que diga el medio en el que se encuentra.